El reciente hundimiento en el Congreso de la República del proyecto de Ley que le da derechos patrimoniales a parejas del mismo sexo, puso a la opinión pública a pensar sobre los derechos de la población Lgtb (Lesbianas, gays, transgenéricos, bisexuales).
El proyecto, que será presentado nuevamente a la corporación, fue tema de discusión de la mesa ciudadana del Diario Occidente y Diario Occidente en Detalle.
María Eugenia Morales, secretaria de Equidad de Género del Valle dijo que la sociedad está construída sobre un imaginario heterosexual y de alguna manera excluye opciones diferentes por lo que es necesario hacer un proceso cultural de reivindicación de los derechos.
"Es que los derechos son para todos los ciudadanos, de manera igualitaria, por lo tanto no se puede condicionar lo derechos a si yo tengo esta opción sexual o no y en eso hay que hacer un avance en este país y la ley de derechos patrimoniales lo que defiende es el derecho a la igualdad entre personas que tienen una opción sexual diferente, pero eso no significa que no puedan tener el beneficio de la Ley", explicó la secretaria.
La funcionaria dijo que hay insistir para que el proyecto se apruebe.
El elemento económico pesó mucho en el hundimiento del proyecto de Ley. Así lo expresó William Peña, vocero de la Defensoría Regional del Pueblo, quien indicó que los costos que implicaban los derechos patrimoniales para los fondos de pensiones, y la salud para las EPS, hizo que no pasara la iniciativa. El re-presentante de la Defensoría afirmó que aunque porcentualmente no pesaba, eran miles de millones los costos.
Según un estudio divulgado por Colombia Diversa, el costo en cuanto a pensiones sería de $1.321 millones en el primer año y $6.35 millones en el quinto año, lo cual representa el 0.002% del Producto Interno Bruto de Colombia.
En cuanto a la salud Colombia Diversa calcula que parejas de mismo sexo afiliada a la seguridad social fue de 56.530 en el 2006 y podría llegar a 157.979 en el 2010.
José David Solís, columnista del Diario Occidente, indicó que si hay inversiones para guerra, por qué no para poblaciones como Lgtb.
Tolerancia
Para Andrés Rojas, quien lidera el equipo de voleibol Chaina, que trabaja por la tolerancia y el respeto a la comunidad Lgtb, es positivo que el proyecto haya pasado todos los debates y que hubo ingenuidad por parte de los líderes frente al debate final pero que la comunidad lo seguirá presentando.
Gestión
María Eugenia Morales dijo que luego de hundido el proyecto es necesario hacer mucho trabajo de incidencia política como sector por tomar la decisión.
A los anterior, William Peña dijo que preocupa la consecuencia de la aprobación de dicha ley y afirmó que se conoce de casos de niños que viven con parejas del mismo sexo y no tienen problemas.
Andrés Rojas indicó que en la medida en que este proyecto corresponda a un trabajo en cadena, estructurado, puede tener más fuerza y lograr la solidaridad, no quedando sólo en los hombros de una organización.
Rojas recordó que la Corte Constitucional ya ha reconocido el derecho patrimonial en parejas en unión libro y sólo falta el accceso a la salud.
El JA, el JE, el JI, el JO y el JU hacen falta para...
De las últimas cosas que nos queda en Colombia que nos alarga la vida y que todavía no paga impuesto -a pesar de vivir en un país donde abundan las lágrimas- se conoce como: LA RISA.
La ciencia ha confirmado que la risa aumenta la vida y que alivia las tensiones y el mal genio y ante esto no puedo dejar de preguntar: ¿Porqué Colombia es uno de los primeros países alegres del planeta y nuestra gente no puede vivir feliz? El colombiano disfruta de las tristezas y trata de ver las circunstancias difíciles como un reto para ser feliz. Eso en el papel suena bonito y hasta creíble, pero la realidad es otra. La risa ha optado por tomar un camino distinto y su esencia se ha visto envuelta, al tratar de ser un escape para las depresiones de los colombianos. La verdadera risa se ha perdido o posiblemente a desaparecido al utilizarla como una máscara para fingir estar bien y para hacer amables las cosas, para por lo menos intentar no amargarnos.
El ja, ja, ja; el je, je, je; el ji, ji, ji; el jo, jo, jo; y el ju, ju, ju; limpia las tensiones del flexo solar, actúan sobre el vientre, en la mente y en las extremidades y nosotros reímos por necesidad más que por salud o bienestar.
Si hay una catástrofe, un terremoto, una masacre, un atentado terrorista, digamos, que unos ríen y otros lloran, los primeros: seudocompatriotas que disfrutan del dolor ajeno; y los segundos: actores de las tragedias que cayeron en la tenebrosa violencia de la naturaleza o del poder o de los que pertenecen al selecto club de los sensibles, que ante el panorama de la desdicha sienten lo que ocurre.
Por ejemplo: un sector donde abunda la pobreza como la calle del cartucho en Bogotá, que se encuentra ubicada a unas pocas cuadras de la Casa de Nariño donde vive la opulencia y se pasea el poder en gramos de riqueza nos permite preguntar: ¿Quién ríe más? Unos dirían que el presidente por que no le falta nada y otros afirmarían que los pobres porque no tienen que comer. Pero, ese ejemplo a lo único que nos lleva es a pensar: ¿Es que el sagrado corazón no sabe reír?
A veces puede fallarnos el corazón, pero la risa en nuestro país no tiene cabida en los funerales y por ende no tiene cementerio. Más allá de las complicaciones que nos brinda Colombia en cuestiones sociales, económicas y políticas, digamos, que la RISA emancipada por su hija la sorpresa nos calma las angustias, los desánimos y hasta los pensamientos depresivos y posiblemente puede hacernos ver la vida más amable, pero, como decía anteriormente: ese no fue el fin de su creación.
Cuando te sorprenden con algo que te haga reír permites emocionar a tu cuerpo sin la necesidad de pedirle mecánicamente al cerebro: ¡Por favor, señor operador al que le dicen cerebro, hágame reír!
Mi abuelo, un historiador de Antioquía en uno de sus libros afirmaba: “Yo enamoro a una mujer a través de la risa”, si los hombres hiciéramos reír a una mujer no necesitaríamos de tácticas y estrategias en la cama para complacerla, algún día a los hombres se nos morirá el poder sexual, pero jamás las ganas de hacer feliz a una mujer, y es ahí donde podemos estar seguros que nuestra familia jamás padecerá las tristezas de la vida. Las relaciones se sostienen con humor. ¿Imagínense una relación que no tenga risa? Cuando nosotros reímos nos conectamos con el interior, empezamos a reír con los labios y llevamos la sonrisa a un viaje por todo el cuerpo, como quién dice: ¡Sin risa no hay paraíso!.
Por tal razón, Colombia necesita sonreír no por chistes flojos de algún jediondo que se cree humorista, o de algún morboso que aprovecha por medio de los cuentos verdes satisfacer sus necesidades sexuales, ¡NO! Colombia necesita reír de felicidad, de que tenemos un plato de comida en la mesa y podemos hacer feliz a nuestra familia, de que podemos compartir en la cama un beso y reír por su forma más que por su contenido, necesitamos amarnos y respetarnos pero poniendo de por medio la RISA. Yo soy de los que creo que si en Cali, los organismos encargados de expedir los decretos de la ciudad ordenaran a través de uno de esos papeles, hacer reír a todas las dependencias del municipio para optimizar la atención al público y para que esas formalidades por las que pasan a diario se vean sometidas por la risa, todo sería diferente. ¿Imagínense ustedes a los políticos riéndole a los impuestos, a los proyectos y a nuestra democracia? Sería una ciudad más armonizada y menos amargada. ¡Y no es un chiste!
La ciencia ha confirmado que la risa aumenta la vida y que alivia las tensiones y el mal genio y ante esto no puedo dejar de preguntar: ¿Porqué Colombia es uno de los primeros países alegres del planeta y nuestra gente no puede vivir feliz? El colombiano disfruta de las tristezas y trata de ver las circunstancias difíciles como un reto para ser feliz. Eso en el papel suena bonito y hasta creíble, pero la realidad es otra. La risa ha optado por tomar un camino distinto y su esencia se ha visto envuelta, al tratar de ser un escape para las depresiones de los colombianos. La verdadera risa se ha perdido o posiblemente a desaparecido al utilizarla como una máscara para fingir estar bien y para hacer amables las cosas, para por lo menos intentar no amargarnos.
El ja, ja, ja; el je, je, je; el ji, ji, ji; el jo, jo, jo; y el ju, ju, ju; limpia las tensiones del flexo solar, actúan sobre el vientre, en la mente y en las extremidades y nosotros reímos por necesidad más que por salud o bienestar.
Si hay una catástrofe, un terremoto, una masacre, un atentado terrorista, digamos, que unos ríen y otros lloran, los primeros: seudocompatriotas que disfrutan del dolor ajeno; y los segundos: actores de las tragedias que cayeron en la tenebrosa violencia de la naturaleza o del poder o de los que pertenecen al selecto club de los sensibles, que ante el panorama de la desdicha sienten lo que ocurre.
Por ejemplo: un sector donde abunda la pobreza como la calle del cartucho en Bogotá, que se encuentra ubicada a unas pocas cuadras de la Casa de Nariño donde vive la opulencia y se pasea el poder en gramos de riqueza nos permite preguntar: ¿Quién ríe más? Unos dirían que el presidente por que no le falta nada y otros afirmarían que los pobres porque no tienen que comer. Pero, ese ejemplo a lo único que nos lleva es a pensar: ¿Es que el sagrado corazón no sabe reír?
A veces puede fallarnos el corazón, pero la risa en nuestro país no tiene cabida en los funerales y por ende no tiene cementerio. Más allá de las complicaciones que nos brinda Colombia en cuestiones sociales, económicas y políticas, digamos, que la RISA emancipada por su hija la sorpresa nos calma las angustias, los desánimos y hasta los pensamientos depresivos y posiblemente puede hacernos ver la vida más amable, pero, como decía anteriormente: ese no fue el fin de su creación.
Cuando te sorprenden con algo que te haga reír permites emocionar a tu cuerpo sin la necesidad de pedirle mecánicamente al cerebro: ¡Por favor, señor operador al que le dicen cerebro, hágame reír!
Mi abuelo, un historiador de Antioquía en uno de sus libros afirmaba: “Yo enamoro a una mujer a través de la risa”, si los hombres hiciéramos reír a una mujer no necesitaríamos de tácticas y estrategias en la cama para complacerla, algún día a los hombres se nos morirá el poder sexual, pero jamás las ganas de hacer feliz a una mujer, y es ahí donde podemos estar seguros que nuestra familia jamás padecerá las tristezas de la vida. Las relaciones se sostienen con humor. ¿Imagínense una relación que no tenga risa? Cuando nosotros reímos nos conectamos con el interior, empezamos a reír con los labios y llevamos la sonrisa a un viaje por todo el cuerpo, como quién dice: ¡Sin risa no hay paraíso!.
Por tal razón, Colombia necesita sonreír no por chistes flojos de algún jediondo que se cree humorista, o de algún morboso que aprovecha por medio de los cuentos verdes satisfacer sus necesidades sexuales, ¡NO! Colombia necesita reír de felicidad, de que tenemos un plato de comida en la mesa y podemos hacer feliz a nuestra familia, de que podemos compartir en la cama un beso y reír por su forma más que por su contenido, necesitamos amarnos y respetarnos pero poniendo de por medio la RISA. Yo soy de los que creo que si en Cali, los organismos encargados de expedir los decretos de la ciudad ordenaran a través de uno de esos papeles, hacer reír a todas las dependencias del municipio para optimizar la atención al público y para que esas formalidades por las que pasan a diario se vean sometidas por la risa, todo sería diferente. ¿Imagínense ustedes a los políticos riéndole a los impuestos, a los proyectos y a nuestra democracia? Sería una ciudad más armonizada y menos amargada. ¡Y no es un chiste!
¿NO SÉ POR QUIÉN VOTAR? ¡SOY DESPLAZADO!
La condición de desplazados no puede ser un
obstáculo para que elijan y puedan ser elegidos
en las elecciones del próximo 28 de octubre.
La población desplazada en Colombia según registros de Acción Social es de 1.976.970 personas, de las cuales 920.906 tienen la posibilidad de votar el próximo 28 de octubre por ser mayores de edad. Lo curioso es que estos ciudadanos que en su mayoría son campesinos colombianos son los más afectados por la violencia política, la guerra entre guerrillas, paramilitares y ejercito ha llevado a estos humildes compatriotas al desplazamiento forzado.
El 64% de la población que habita en el campo vive en situación de pobreza y un 36% de ellos sobrevive en estado de miseria y la tendencia ha sido la concentración de estos en las ciudades huyendo de la violencia y en busca de una oportunidad para salir adelante.
Los desplazados pernoctan en las principales calles de nuestras ciudades y la noche es testigo de la cruenta verdad que sin pedirlo padecieron en el campo cuando grupos de Autodefensa y guerrilla generadores de una malsana expresión guerrerista, desterraron violentamente sus sueños y sus ilusiones y forzaron a estos ciudadanos a abandonar sus tierras.
Ahora, es importante garantizarle a los desplazados una oportunidad de vida y estos tienen en sus manos la posibilidad de expresar su inconformidad por un maltrato a través del voto.
Ellos fueron desterrados injustamente de sus tierras y han sido marginados de la realidad económica nacional que más que a usted o a mí, les compete, cuando en el ruedo de la tragedia del conflicto, se han visto enfrentados a las crueles decisiones de las políticas de gobierno que minuto a minuto les cobra la desdicha de ser hijos de la guerra.
¡Hasta la próxima lenguones, y que la libertad sea un grito de paz!
lalengua@colombia.com
obstáculo para que elijan y puedan ser elegidos
en las elecciones del próximo 28 de octubre.
La población desplazada en Colombia según registros de Acción Social es de 1.976.970 personas, de las cuales 920.906 tienen la posibilidad de votar el próximo 28 de octubre por ser mayores de edad. Lo curioso es que estos ciudadanos que en su mayoría son campesinos colombianos son los más afectados por la violencia política, la guerra entre guerrillas, paramilitares y ejercito ha llevado a estos humildes compatriotas al desplazamiento forzado.
El 64% de la población que habita en el campo vive en situación de pobreza y un 36% de ellos sobrevive en estado de miseria y la tendencia ha sido la concentración de estos en las ciudades huyendo de la violencia y en busca de una oportunidad para salir adelante.
Los desplazados pernoctan en las principales calles de nuestras ciudades y la noche es testigo de la cruenta verdad que sin pedirlo padecieron en el campo cuando grupos de Autodefensa y guerrilla generadores de una malsana expresión guerrerista, desterraron violentamente sus sueños y sus ilusiones y forzaron a estos ciudadanos a abandonar sus tierras.
Ahora, es importante garantizarle a los desplazados una oportunidad de vida y estos tienen en sus manos la posibilidad de expresar su inconformidad por un maltrato a través del voto.
Ellos fueron desterrados injustamente de sus tierras y han sido marginados de la realidad económica nacional que más que a usted o a mí, les compete, cuando en el ruedo de la tragedia del conflicto, se han visto enfrentados a las crueles decisiones de las políticas de gobierno que minuto a minuto les cobra la desdicha de ser hijos de la guerra.
¡Hasta la próxima lenguones, y que la libertad sea un grito de paz!
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