EL RUIDO DE LA GUERRA

Desde 1948 el país ha esbozado diferentes formaciones políticas e inexorablemente las movilizaciones populares han marcado las diversas dinámicas de democratización social, en un conflicto bastante ruidoso, desde una perspectiva de guerra poblacional, de intereses particulares y colectivos, motivados por la forma político-clientelista de los gobiernos de turno y aprovechada por las estructuras de reproducción revolucionaria, por las organizaciones neoliberales - apoyadas en tesis partidistas - en la búsqueda del poder; y por la fragmentación de las redes sociales en zonas rurales de alto riesgo ético, moral y civil.

Después de vivir las expresiones de solidaridad y convivencia en el país cuando se marchó el pasado 4 de febrero en contra de la guerra, en contra del conflicto guerrerista de la guerrilla en las montañas de Colombia y a favor del acuerdo humanitario – así este no haya sido el objetivo principal de la manifestación – queda demostrado que unidos somos más y que las voces – independientemente de cualquier tendencia política y social, credo o actividad étnico cultural – se escucharon por el mundo acallando el ruido de la guerra que tanto daño nos ha dejado, una herencia que jamás los colombianos hemos pedido. El drama de las familias de nuestros secuestrados es comprensible y entendible y el no haberse manifestado es respetable cuando el temor de decirle a las FARC: ¡no más! puede significar represalias para los cautivos de la selva. Por esa razón desde mis labores diarias quiero empezar a proponer una gran marcha que nos lleve a los centros de concentración de la guerrilla.

Son millones contra no más de veinte mil guerrilleros. Juntos podemos ayudar a liberar.